Entre las cosas que le agradezco a la vida están las buenas películas. Ser testigo de la capacidad de composición visual y sonora del ser humano me emociona. Cuando mis hijos o estudiantes me preguntan si lloro en el cine, siempre les respondo que lo que me conmueve es una obra bien hecha. Me reconforta la aptitud creadora y de cómo tantas personas con total diversidad se juntan para crear una película.
No hay buen cine sin una dirección dedicada y disciplinada. Y la directora venezolana Efterpi Charalambidis cuenta con esos atributos. Es una apasionada de la imagen cuando de contar historias se trata. Ya lo demostró con su primer largometraje “Libertador Morales, El Justiciero” y lo reafirma con la recién estrenada “Que buena broma, Bromelia”.
La historia de Bromelia es la de cualquier mujer de cualquier época en cualquier lugar de mundo. Es sencillamente una historia difícil porque las mujeres, aunque suene a panfleto, siempre la tienen difícil. Sea en el amor, en la maternidad, en el trabajo, en sus proyectos, en su familia; todo es arduo, empinado, complejo. Así lo dispuso el patriarcado.
Bromelia, en carnes de la actriz Irabé Seguías, es la representación de todas aquellas complejidades, pero también es la proyección de todas las cosas maravillosas que albergan ellas: fortaleza, dignidad, bondad, amor, solidaridad, sensibilidad, capacidad resolutiva y ese impresionante poder para sobreponerse ante las adversidades.
Una conquista de Efterpi Charalambidis con esta película es que logra abordar temas tan duros y complejos, y presentarlos con gran profundidad en una historia hermosa, compacta y fluida.
La impecable dirección, con todos los elementos que la componen bien logrados y en su justo lugar, como con precisión quirúrgica, hacen que uno agradezca el milagro del cine hecho con amor y vocación.
Gracias Efterpi, por tan buen película.
Vladimir Sosa Sarabia
@sosasarabia
Publicado el viernes 11 de febrero de 2022.
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Caracas - Venezuela
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